La Curva del Placer

Hola(ttitude) a todos,

 

Se puede tener una vasta idea sobre el mercado del vino en Francia, en España, en Portugal, en Sudáfrica, en Estados Unidos, o incluso en otros países; y sin embargo cuando se llega a un nuevo sitio, como es mi caso en Guayaquil, antes de visitar los sitios turísticos más emblemáticos, yo voy a descubrir siempre las tiendas de vino.

Primera sorpresa: ¡Es súper caro!

Segunda sorpresa: Es caro y está reservado a una cierta elite o por lo menos a una clase media alta. El vino es/era una bebida popular, ¿qué paso aquí?

Tercera (media) sorpresa: ¡Si, ok, es caro, pero cuando uno disfruta de algo le da igual y de todas formas lo compra!

Eso sí, hay que pagar más que en cualquier país (con excepciones) para poder encontrar una botella “que te da placer”.

De hecho, me gusta ese concepto sencillo pero que resuma todo, el “que te da placer”.

Aquí está mi visión del concepto:

La botella “que te da placer” es un concepto que depende del nivel de afición (¡o adicción!) que uno tiene con esa bebida tan especial.

Un principiante obtendrá placer de un producto simple, barato, aunque bien hecho. No hace falta ser catador profesional para saber si un vino es bueno o malo. Además, ahora es difícil encontrar vinos mal hechos ya que la tecnología puede domar a un terroir o unas condiciones no idóneas. Eso sí, para esos vinos económicos, el placer provendrá seguramente más de esa “chispa alcohólica” o del frescor o el toque frutal que aporta un producto joven.

Con el tiempo, con interés y metodología, uno crece, aprende, desarrolla sus sentidos, descubre nuevos horizontes. Y, esa botella sencilla y barata ya solo le sirve para cocinar o terminar una noche de fiesta cuando ya no hay nada más que beber. Beber es muy distinto de catar o probar.

Gracias a la creciente educación de nuestros sentidos empezamos a incluir ciertos criterios a la hora de seleccionar una botella en un restaurante. ¿Esnobismo? No, no tiene nada que ver con el esnobismo. Al experimentar nuevas cosas, al generar criterio, necesitamos encontrar en la copa más complejidad, intensidad y calidad para disfrutar en un nivel igual o superior al que teníamos antes, cuando éramos principiante. En otros términos más gráficos, la curva del placer subió. Ese producto sencillo que probamos entonces se quedó abajo, y ahora lo que queremos es disfrutar de algo mejor que nos encamine hacia la obtención de más placer.

Ya está claro, necesitamos más. Suena un poco como el discurso de un adicto, pero la experiencia nos dice que con moderación cada pecado procura un no-sé-qué muy placentero. ¿Si no por qué hay tantos “pecadores”?.

De esta manera el ex profano pasará a un vino reserva, a un gran reserva, descubrirá nuevas cepas, nuevos países, blancos, tintos, espumosos, rosados o fortificados. Ya lo quiere todo. No sabe todavía realmente por qué pero necesita más para tener el mismo placer.

La curva sigue subiendo, el amateur sigue probando, sigue viajando a través de nuevos corchos abiertos. Aprovecha de esas máquinas del tiempo que son las botellas de vino y aprovecha del trabajo de doma del hombre sobre un terroir específico. Aprovecha de la guarda de un vino del ayer para probar en el mañana. Disfruta del todo, de las múltiples facetas de su vino, y de los múltiples progresos de la doma de sus sentidos.

Ya está, ya entiende cómo sacar el genio de la botella (y esto me recuerda a la canción de de Cristina Aguilera, aunque no soy muy fan). Ya no hay marcha atrás, excepto si va a “rehab” (si me dan a elegir obviamente me quedo con Amy Winehouse – o wine-house).

Compra, colecciona, abre. Antes, 10 dólares le parecía el gasto máximo y reservado para una ocasión especial (en Ecuador esa escala de valor es distinta obviamente). Ahora 10 dólares es el precio que pone para un vino “de todos los días”. Aunque tenga que sacrificar otros presupuestos, se comprará elixires mejores, más valiosos.

Ya no necesita ocasión especial para probar otra cosa, las provoca el mismo. Y es más bien esa compra que hace que esta ocasión sea especial.

La ocasión es especial porque va a subirse a una máquina del tiempo gracias a una botella que un amigo le aconsejo, gracias a unos comentarios leídos en una revista, gracias a una invitación a acompañar tal o cual plato. En fin, gracias a su curiosidad, y también porque pasó del estado profano al de amateur, y del amateur al de catador hedonista. Gracias a su voluntad de viajar, de conocer, aunque sea sentado con una copa en mano.

Podríamos preguntarnos ¿De dónde viene esa curiosidad?

Creo que una parte será innata, otra será aprendida. Pero hay otra parte que muy pocas cosas en la vida pueden dar y es que el vino siempre invita a quien busca mejorar, conocerse, al que busca afilar sus sentidos, al que es honesto y se muestra tal como es (eso es muy distinto del Facebook, por eso esa red social es azul y no granate).

Solo la humildad frente a nuestros sentidos permite el aprendizaje del vino. Está claro que el vino no entiende de clases, solo entiende de experiencias e interés verdadero.

Al vino, le escuchas y demuestres interés, él nota tu buena fe y te invita. De hecho, aunque talvez no lo han descubierto todavía, el vino es seguramente el mejor anfitrión del mundo.

Lo único, es mejor visitarle un fin de semana. Porque cuando entras en su casa ya no sabes cuándo te dejara salir…

Guilhem Renaud, para lattitudewine.com. Escuela Oficial WSET en Guayaquil. www.lattitudewine.com ; hello@lattitudewine.com

Comercial de vinos y licores para VIP para Virumec S.A.

ventasvipgye@virumec.com

 

Genie in a bottle – Cristina Aguilera: https://www.youtube.com/watch?v=kIDWgqDBNXA

Rehab- Amy Winehouse: https://www.youtube.com/watch?v=KUmZp8pR1uc

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